
El Gran Capitán: La roca granítica más grande del mundo... con una pared vertical de más de un kilómetro de altura
Así que nos juntamos siete locos con ganas de disfrutar de la naturaleza, alquilamos una furgoneta y allí nos fuimos. El plan era llegar el viernes por la noche para aprovechar los tres días de los que disponíamos recorriendo el parque en plan acampada libre.
El parque está en el interior de California en plena cordillera y cubre una extensión de unos 3000km², lo que da espacio para perderse... además ahora está en temporada baja por lo que no esperábamos encontrar muchos turistas.
El sábado nos levantamos a las 5:30 por eso de aprovechar las horas de luz, aunque personalmente prefiero vivir con un horario un poco distinto... cogimos las mochilas y empezamos la ascensión de una pared de un kilómetro de altura por un zigzagueante sendero que se perdía en las alturas... subimos... subimos... subimos... hasta la cima del acantilado, donde disfrutamos unas vistas esplédidas. De todos modos me sorprendió lo rápido que se puede subir una montaña, ya que la ascensión nos llevó sobre dos horas y media: si lo repetimos 8 veces pues ya podríamos llegar a la cima del Everest, ¿no? Jeje, aunque claro... no es el mismo esfuerzo escalando a 2000m de altitud que a 4000m...

Al borde del abismo
Ese día recorrimos un buen trecho hasta encontrar una carretera a unos 2500m, con la mala suerte de que pasaba un Ranger por allí... y digo mala suerte porque claro, habíamos pasado de pedir los permisos de acampada (y eso que eran gratis). Al menos resultó no ser Chuck Norris, sobreviviendo así al encuentro...
De todos modos nos avisó de que el lunes descargaría una tormenta, por lo que deberíamos abandonar el parque el lunes a más tardar. Ese día recorrimos 32km ganando 1500m de altitud y aún así no conseguimos llegar a la zona de acampada antes del anochecer... ya al borde del agotamiento encontramos una zona de picnic y decidimos pasar allí la noche a pesar de la falta de agua. Por lo menos había cajas anti-osos para guardar la comida. Estas cajas son unas construcciones metálicas robustas con un ingenioso sistema de apertura que impide acceder a su interior tanto los osos como a los turistas tontos... por lo menos así podíamos dormir tranquilos.

Al día siguiente reanudamos la marcha a una temperatura bajo zero. Ese día atravesamos varios lagos preciosos y montamos un campamento base planeando la subida a un pico cercano. Hylke y Rob se quedaron en el campamento por problemas musculares.

La ascensión la hicimos a lo bruto por una ladera de rocas desprendidas... soprendentemente llegamos hasta la planicie sin bajas adicionales. Allí Borja intentó contactar con un móvil para obtener información meteorológica, ya que 3000m de altura no es el mejor sitio para que te pille una tormenta. Y avanzamos hacia el pico, en esto que miramos en el suelo y vemos...

Si... unas huellas de un oso que no se que coño hacía en un pico solitario a 3200m de altura. Quizás sólo quería disfrutar de las vistas, al igual que nosotros... pero por lo menos parecía que se había ido ya.
Para pasar la noche colgamos la comida de un arbol y metimos el agua en las tiendas para evitar que se congelase. Ninguna de las dos cosas sirvió de mucho: por una parte si el oso hubiera querido llevarse la comida, pues solo tendría que haberse subido al arbol... y por la otra el lunes amaneció tan frío que nos despertamos rodeados de hielo: las paredes de la tienda estaban blancas ya que toda la condensanción se había congelado y las botellas de agua estaban completamente solidificadas. Al menos habíamos metido la ropa del día siguiente dentro del saco, así que con un poco de maña me pude vestir con ropa calentita sin tener que sacar la nariz del saco.
Ese día teníamos que llegar al valle donde nos esperaba el coche antes de la tormenta, así que nos levantamos a las 4:30am... buff, que conste que yo voté en contra... pero ya se sabe, la democracia no garantiza que alguien esté conforme (en cambio una dictadura garantiza al menos que el dictador este conforme).
Las vistas fueron fantásticas, pero yo procuro no guardar muchos recuerdos de este último día... recorrimos veintitantos kilometros descendiendo 2000m, lo que fue una tortura para las piernas, pies y rodillas...

Si os digo la verdad, hoy aún no puedo caminar con normalidad... ¡pero ya tengo ganas de repetir la experiencia!
PD. Algunas fotos más del viaje:





